Brasil 2014
Con motivo de la tradicional rotación continental, el país encargado de organizar el mundial en 2014 debía estar integrado en la Conmebol. Brasil y Colombia fueron las únicas candidatas. Sin embargo, los cafeteros abandonaron el proyecto a mitad de camino. Por tanto Brasil, el país del fútbol por antonomasia, tuvo el horizonte despejado para albergar la vigésima edición de la Copa del Mundo. El estado carioca centraría la atención planetaria también en 2016, con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Eventos cuyo objetivo era el de confirmar a Brasil como primera potencia del mundo latinoamericano.
Ninguna favorita quiso perderse la cita mundialista. Las hubo, como siempre, que sufrieron más de la cuenta en la fase de clasificación. En esas complejas liguillas previas donde se empieza a gestar la gloria o el fracaso, Francia las pasó canutas. Le tocó en suerte el grupo de España, que no tuvo piedad de los blues y asaltó Saint Dennis, con un gran Víctor Valdés, para mandar a Francia a la repesca. En frías tierras ucranianas allá por el mes de noviembre, los franceses se congelaron y cayeron 2-0. Tuvieron el coraje suficiente para levantarse y remontar en la vuelta con un 3-0 que les dio el pase a Brasil. También la Portugal de Cristiano Ronaldo terminó en la repesca donde se enfrentó a la siempre incómoda Suecia de Ibrahimovic. El astro luso habló alto y claro en el campo, anotando un gol en la ida y un hat-trick en Solna. De esta forma, Cristiano reclamaba el trono de Messi, que no pasaba por su mejor momento.
La fase de grupos dejó, como es habitual, grandes sorpresas. Decíamos que Cristiano se presentaba en Brasil con la aspiración de consagrarse como el rey del fútbol mundial. Pronto se topó con la cruda realidad. Alemania dejó su tarjeta de presentación endosando un 4-0 a los lusos que no fueron capaces de asimilar el golpe. Ante Estados Unidos tan solo rascaron un empate. La victoria final ante Ghana fue inútil. Cristiano dejaba el mundial con un gol en su haber y por la puerta de atrás. Pero la madre de todas las sorpresas se produjo en el grupo de la muerte. Tres campeonas del mundo y una perita en dulce: Italia, Inglaterra, Uruguay y Costa Rica. Los ticos reventaron el mundial quedando líderes contra todo pronóstico. Vencieron a Uruguay y a Italia comandados por un gran Bryan Ruiz, y un empate a cero ante Inglaterra les sirvió para acceder a los octavos. Ver para creer. Costa Rica se ganó el cariño de todo el planeta por su humildad y desparpajo en el campo. Y qué decir de los británicos... En Brasil consumaron su enésimo ridículo mundial. Sobran las palabras. También Italia dijo ciao al poco de pisar tierras cariocas. No eran buenos tiempos para el fútbol transalpino. Nada quedaba de aquella Serie A que dominaba las ligas en los noventa. Lo sufrió la azzurra, que llevaba tiempo queriéndose reinventar sin encontrar la fórmula adecuada. A la revelación costarricense solo sobrevivió Uruguay, quedando segunda de grupo merced a sendas victorias ante italianos e ingleses. Los charrúas, con Godín en defensa y Suárez en ataque, eran un rival a tener en cuenta.
Entre tanto, España llegaba por primera vez a un mundial con la responsabilidad de defender el título. Además, venían de encadenar dos eurocopas seguidas. Habían dominado con mano de hierro el fútbol mundial durante los últimos seis años, fruto de un juego brillante de toque y talento desbordado. Su fase de clasificación fue intachable. Nada hacía presagiar la hecatombe. Pero quiso el destino que Holanda y España quedaran encuadradas en el mismo grupo. Cuatro años antes habían disputado la final en Sudáfrica con la ansiada victoria para los hispanos. En Brasil, Holanda se cobró su revancha. España, de penalti, se adelantó en el marcador y Van Persie empató al filo del descanso con un soberbio testarazo en plancha. La segunda mitad fue un baño histórico de los naranjas ante una España que se diluyó como un azucarillo. Los Casillas, Ramos, Piqué, Xavi, Iniesta y compañía parecían caricaturas de sí mismos (foto). El resultado final, 5-1, anunció el final de una selección de leyenda. Chile se encargó de dar la puntilla y confirmar el ocaso hispano. La falta de motivación y el empeño de Vicente Del Bosque en meter con calzador al ariete hispano-brasileño Diego Costa, terminaron por consumar el naufragio. Para respiro de muchos, la vigente campeona quedaba apeada del mundial en la fase de grupos.
Todo estaba preparado para que Messi brillara en Brasil y se consagrara como el mejor jugador de la historia obteniendo el título mundial con su selección. En su club lo había ganado todo pero con la albiceleste los trofeos se le resistían. La FIFA despejó el camino a Argentina con un cuadro bastante asequible. No se cruzaría con ninguna campeona hasta una hipotética final. La pulga cumplió en la fase de grupos anotando cuatro tantos, incluyendo un golazo in extremis a Irán que selló el pase a octavos. No necesitaba estar en su mejor momento para demostrar que seguía siendo el indiscutible número uno del fútbol mundial.
El resto de las favoritas pasaron a octavos sin mayores problemas. Brasil, apoyada en su gran estrella emergente Neymar, cumplió las expectativas. Se benefició, además, de la eterna ayuda arbitral al anfitrión. En el partido inaugural ante Croacia, con empate en el marcador y Brasil sufriendo, el colegiado se inventó un penalti sobre Fred que Neymar no dudó en aprovechar. Los croatas clamaban al cielo (foto). Lo cierto es que Brasil seguía siendo la principal favorita por su historia y la ventaja de jugar en casa, pero en el ambiente se palpaba cierto aroma de preocupación. Otra selección de la que siempre se espera mucho es Colombia. Con James Rodríguez como jugador revelación, se plantaron entre los dieciséis mejores con muy buenas sensaciones.
En los octavos no hubo sorpresas. Todas las favoritas avanzaron en la fase final. Si bien Brasil caminaba con paso errático, invocando por momentos el desastre. Ante una durísima selección chilena, los cariocas tuvieron que irse a la tanda de penaltis. Y gracias, porque en la última jugada de la prórroga, Mauricio Pinilla estrelló el balón en el travesaño. El delantero chileno se tatuó meses después un dibujo de la jugada en la piel. Una jugada que pudo cambiar la historia de Chile y la suya propia. Al final, la suerte de los penaltis cayó del lado brasileño. Mientras tanto, Argentina sufría lo indecible para tumbar a Suiza. Hubo que esperar al minuto 118 para que Di María batiera a Benaglio tras un slalom marca de la casa de Leo Messi.
Los cuartos de final, que habitualmente dejan partidos memorables, decepcionaron al espectador. Alemania venció a Francia por la mínima en un partido aburrido donde los blues no dieron la talla. Brasil hizo lo propio con Colombia en un encuentro marcado por la lesión de Neymar, que sufrió una innecesaria entrada del colombiano Zúñiga (foto). Los cafeteros se llevaron varios premios de consolación, todos ellos centrados en la figura de James, que obtuvo el trofeo al jugador revelación y al mejor gol del campeonato por una volea imposible ante Uruguay en octavos. Argentina apeó a la Bélgica de Hazard, de la que se esperaba mucho más, con un solitario gol de Higuaín. Por último, el equipo de todos, Costa Rica, llevó al límite a Holanda que solo pudo vencer en los penaltis. El mítico seleccionador holandés, Louis Van Gaal, se sacó de la chistera una maniobra inverosímil. Un minuto antes de que terminara la prórroga, sustituyó al portero titular, Cillessen, por el portero suplente, Krul. Según él, este último estaba más preparado para competir en una tanda de penaltis. A muchos les pareció una excentricidad propia de un loco. Sin embargo, Krul atajó dos lanzamientos y Van Gaal fue considerado como el estratega definitivo.
Desde que el balón comenzó a rodar en Brasil, la afición carioca sufrió de terrores nocturnos. Una y otra vez les asaltaban las pesadillas con reminiscencias del 50. El fantasma del maracanazo sobrevolaba cada estadio donde jugaban. Los futbolistas también parecían hechizados por los embrujos de este espectro maligno. En el estadio Mineirao, de Belo Horizonte, se escribiría una de las páginas más negras del fútbol brasileño. La nueva generación alemana reclamaba un título mundial desde hacía ya algún tiempo. La Mannschaft, siempre temible, se aprovechó del nerviosismo brasileño para asestar no una, ni dos, ni tres puñaladas traperas a una irreconocible canarinha. Hasta siete veces perforó Alemania la portería de Brasil. Ni siquiera la ausencia de Neymar servía de excusa. La gente en la grada lloraba sin consuelo (foto). La humillación fue histórica. Para más inri, Miroslav Klose anotó un tanto, convirtiéndose en el máximo goleador de la historia mundialista y superando al mítico Ronaldo. Del maracanazo al mineirazo 64 años después. El planeta entero se frotaba los ojos.
En la otra semifinal, con más miedo que vergüenza, Argentina y Holanda empataron a cero. Esta vez Van Gaal no cambió a su portero titular. Y quizás se equivocó. Los argentinos anotaron cuatro de cuatro y Holanda falló dos. El mundial de Messi estaba a tiro. Solo había un problema: ni rastro de la pulga en los últimos dos partidos. ¿Aparecería para decidir la final?
En el aperitivo por el tercer y cuarto puesto, Brasil se arrastró un poco más por el fango encajando un abusivo 0-3 por parte de Holanda. Scolari dimitió de inmediato y las revueltas se sucedieron en las calles del país. Al día siguiente, Messi era el centro del universo. Todos los ojos estaban puestos sobre él. El dios del fútbol mundial debía dar a la albiceleste el tercer título continental. Y para consagrarse, ningún lugar mejor que Maracaná. La empresa era complicada, pues al otro lado del campo esperaba la poderosa Alemania cocinada a fuego lento por un chef de prestigio: Joachim Löw. En una final poco vistosa, Argentina tuvo las mejores ocasiones. Higuaín mandó al limbo un claro mano a mano con Neuer. Después, le anularon un gol por posición ilegal. En la segunda mitad, Messi estuvo a milímetros de tocar el olimpo celestial. Cabalgó por la banda izquierda y cruzó el disparo en exceso. La pelota se marchó fuera lamiendo el poste izquierdo alemán. Higuaín volvió a ser protagonista en la jugada polémica del partido. Neuer salió a por uvas y se llevó por delante al delantero argentino (foto). Penalti clamoroso que el colegiado italiano Rizzoli no señaló.
Alemania hizo entre poco y nada. La máxima "el fútbol es un deporte de once contra once en el que siempre gana Alemania", cobró su máxima expresión en el minuto 113 de la prórroga, cuando una jugada por banda izquierda sin aparente peligro, terminó en las botas de Mario Götze, que se acomodó el balón con el pecho y fusiló a Romero. Tristeza total para el pueblo argentino, que vive como ningún otro la pasión por este deporte. Tristeza total para Messi, que se quedaba sin su ansiada y merecida Copa del Mundo (foto). Alegría desbordada en Alemania, que cosía su cuarta estrella en la camiseta y tendría el honor de ser la primera selección europea que gana un mundial en Sudamérica.
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