Alemania 2006
Como casi siempre, la elección de la sede para el mundial de 2006 estuvo rodeada de una fuerte polémica. En la primera votación, las candidaturas de Marruecos e Inglaterra fueron descartadas. En teoría, en la ronda final entre Sudáfrica y Alemania debería producirse un empate a doce votos. Ese empate llevaría al presidente Blatter a decidir la sede final. Blatter había pedido públicamente el voto para Sudáfrica, por lo que se esperaba que el país africano se llevara definitivamente el mundial. Para sorpresa de todos, el representante de Nueva Zelanda, Charles Dempsey, se abstuvo de votar y Alemania ganó por doce votos a once. Inmediatamente se dispararon los rumores sobre un presunto soborno al neozelandés Dempsey. El escándalo “made in FIFA” estaba servido.
En lo futbolístico, de nuevo vimos un mundial feo, soso y aburrido. Brasil defendía el título con más estrellas que en la vía láctea y con el aliciente de lograr que Ronaldo se convirtiera en el máximo goleador de la historia mundialista. A pesar de que “el fenómeno” se encontraba en el ocaso de su carrera, tan sólo tres goles le bastaban para superar al gran Müller. El record se puso a tiro cuando en la primera fase, ante Japón, Ronaldo anotó dos goles.
España tuvo serios problemas para acceder al mundial. El 7 de Septiembre de 2005, en el Calderón, los hispanos se jugaban el primer puesto del grupo ante Serbia. La selección marcó pronto y controló el partido con bastante tranquilidad. Sin embargo, en la segunda mitad los serbios introdujeron en el campo a un desconocido Nikola Zigic, de 2,02 metros de altura. Lógicamente, los serbios se pusieron a colgar balones buscando la cabeza de Zigic. España pasó por grandes dificultades y Serbia terminó empatando el partido en los últimos instantes. Esto provocó que nos jugásemos el pase en una repesca a doble partido ante Eslovaquia. En la ida, de nuevo en el Calderón, España venció 5-1 a los eslovacos con un hat-trick de Luis García. Con este resultado, el partido de vuelta fue un mero trámite.
Aún con el susto en el cuerpo, España se presentó en Alemania con una selección joven, fresca y descarada. Luis Aragonés optó por un juego de toque y velocidad. Jugadas largas y rápidas hasta encontrar un hueco por donde hacer daño. Hubo, quizás, un detalle táctico que cambiaría para siempre la historia de nuestra selección. Aragonés decidió que Xavi Hernández jugara algo más adelantado que en el Barcelona. Una especie de media-punta organizador que moviera de un lado a otro a la defensa contraria y surtiera de balones a los atacantes. La decisión no pudo ser más acertada. En la fase de grupos, los hispanos asustaron a sus rivales con un juego brillante y ofensivo. La selección le endosó cuatro goles a Ucrania, tres a Túnez y uno (con los suplentes) a Arabia Saudí. En España todo el mundo se preguntaba lo mismo: ¿Se trataba de un nuevo espejismo o teníamos verdaderos motivos para la esperanza?.
La anfitriona, Alemania, no contaba en las quinielas. Ni siquiera los aficionados alemanes apostaban por su selección. Sólo los más viejos del lugar decían aquello de: “Alemania siempre gana”. Con un equipo sin grandes estrellas, los germanos se encomendaron a su espíritu competitivo y al aliento de su hinchada. El mítico Jürgen Klinsmann funcionó en el banquillo tan bien como en el campo y ayudó a que la Mannschaft llegara más lejos de lo que muchos esperaban. En la primera fase ganaron todos sus partidos con Miroslav Klose como gran baluarte ofensivo. El delantero alemán se alzó con el trofeo al máximo goleador y volvió a brillar en el campeonato más importante del mundo. Por algo le llaman “el chico de los mundiales”…
En el grupo de la muerte volvieron a coincidir holandeses y argentinos. Todos esperaban un duelo mítico, pero los resultados durante la fase hicieron que ambos llegaran al encuentro con los deberes hechos. Con este panorama, tostón al canto y empate a cero. En este grupo destacó la victoria de Argentina sobre Serbia por seis goles a cero. El sexto, por cierto, lo anotó Leo Messi. Parecía que los argentinos habían llegado a Alemania con ganas de hacer ruido.
Inglaterra e Italia tampoco pasaron apuros en sus respectivos grupos. Los británicos tenían una selección temible con grandes futbolistas como Gerrard, Lampard, Owen, Ferdinand y el gigantón Peter Crouch. Italia, por su parte, poseía un bloque defensivamente muy sólido con Cannavaro y Nesta como centrales. Arriba, Andrea Pirlo se encargaba de ofrecer soluciones. Sin duda, Pirlo fue uno de los jugadores más destacados del mundial. Se podría decir que todo el juego ofensivo de los italianos pasaba por las botas del rossonero. Gilardino, Luca Toni y Iaquinta pueden dar buena cuenta de ello.
Francia se las vio tiesas para pasar a los octavos de final. Los franceses a punto estuvieron de repetir el ridículo de Corea. Esta vez les salvaron los goles de Vieira y Henry en el tercer partido ante Togo. Los aficionados galos pedían a gritos un cambio generacional inmediato dentro de su selección. Los Zidane, Thuram, Trezeguet o Vieira debían dejar paso a las nuevas estrellas como Ribery o Gourcouff. Sin embargo, aquella promoción del 98 aún no había dicho la última palabra.
Portugal, con una selección muy competitiva, por fin tomó protagonismo en una cita mundialista. Desde los tiempos de Eusebio, los lusos no habían dado más que palos de ciego. La Eurocopa de 2004 había demostrado que Portugal tenía mimbres más que suficientes para llegar lejos en un mundial. Ya no tenían al genial Rui Costa, pero los Deco, Figo, Pauleta, Maniche y la emergente figura de Cristiano Ronaldo eran sinónimo de éxito. No tuvieron problemas en vencer a todos sus rivales de grupo, incluyendo a la potente selección mexicana de Rafa Márquez. Portugal estaba de vuelta.
En los octavos de final, Brasil y Ghana disputaron un partido que a la postre resultaría histórico. En el minuto 5, Kaká recibió en mediocampo y asistió a Ronaldo que se plantó frente al portero africano. Con una bicicleta magistral, burló al arquero y anotó a puerta vacía (foto). Un gol que convirtió al “fenómeno” en el máximo goleador de la historia de los mundiales. Ahí es nada. Brasil venció (3-0) con dos goles más de Adriano y Zé Roberto, demostrando que seguía siendo la más fuerte a pesar de ofrecer un juego bastante rácano.
Uno de los partidos más esperados de los octavos de final era el que enfrentó a Holanda y Portugal. El partido resultó una decepción, pues ambos conjuntos ofrecieron un recital de patadas, tánganas y malos modos. El encuentro terminó con cuatro expulsados (dos por cada equipo) y doce amonestados. En lo estrictamente deportivo, Portugal accedió a cuartos de final gracias a una gran maniobra de Maniche en el borde del área (1-0).
España y Francia se volvían a cruzar tras la Euro 2000. En aquella ocasión, los franceses vencieron ayudados por el penalti que Raúl envió a las nubes en los últimos compases del partido. Pero el mundial era otra historia. Los españoles habían practicado un gran fútbol en la fase de grupos, mientras que Francia había sembrado muchísimas dudas. Todo empezó de cara cuando Villa ejecutó a la perfección un discutido penalti sobre Pablo Ibáñez. Sin embargo, Ribery empató al filo del descanso tras una mala coordinación de la zaga hispana. A partir de ahí Francia dominó el encuentro. Los galos se mostraron como un bloque sólido, muy trabajado y con experiencia en las grandes citas. Por el contrario, los defensas españoles acumulaban errores de bulto. Un nuevo fallo en las marcas dejó sólo a Vieira que, a cinco del final, no perdonó el 2-1 (foto). Con España volcada al ataque, Zidane marcó el tercero y dejó en evidencia a cierto periódico español que trató de jubilarlo antes de tiempo. La eliminación de España, a diferencia de anteriores ocasiones, no supuso ningún drama. Las sensaciones habían sido positivas. Esta generación rebosaba talento y tarde o temprano lograría algo importante. Se palpaba en el ambiente que algo estaba cambiando…
De las selecciones favoritas, la que peor lo pasó para superar su eliminatoria de octavos fue Italia. La “azzurra” se enfrentaba a Australia en lo que debía ser un paseo de camino hacia los cuartos. Pero los australianos no sólo defendieron bien, sino que pudieron adelantarse en el marcador con alguna que otra ocasión clara. Quizás influenciado por el lamentable arbitraje que sufrió Italia en el mundial de Corea, el colegiado español Medina Cantalejo señaló una más que dudosa pena máxima sobre el lateral Grosso cuando el partido ya estaba prácticamente terminado. Totti no desperdició el regalo y anotó el gol de la victoria.
Ya en cuartos, Inglaterra se vio las caras con Portugal. Dos años antes, en la Euro 2004, ingleses y portugueses habían firmado una de las tandas de penalti más míticas de la historia en la que Beckham mandó su penal casi al córner. Después, el guardameta luso Ricardo se convirtió en el protagonista de la noche al anotar el sexto lanzamiento de la tanda y detener el penalti de Vassel sin guantes en las manos. El destino quiso que en el mundial se repitiera la tanda maldita tras un aburrido empate a cero. De nuevo Ricardo se erigió en la bestia negra británica al atajar tres penaltis y dar el pase a su selección (foto).
Otro partido de cuartos que se resolvió por penaltis fue el Alemania-Argentina. Un central de 1,77 con el coraje de un gigante adelantó a los argentinos. Ayala se elevó entre la poderosa defensa alemana y anotó el primero de la tarde. Los suramericanos trataron de controlar el encuentro con Riquelme como maestro de ceremonias. Pero no nos cansaremos de decirlo: Alemania nunca se rinde. A diez minutos del final, Ballack centró, Borowski prolongó y por allí apareció “el chico de los mundiales”. Klose llevó el partido a los penaltis en donde Alemania, como casi siempre, tuvo la fiabilidad de un Mercedes. Anotaron sus cuatro lanzamientos mientras que Ayala y Cambiasso fallaron los suyos. Alemania e Italia, que había eliminado con facilidad a la Ucrania de Shevchenko, se verían las caras en semifinales.
La última eliminatoria de cuartos era una oportunidad de oro para que Brasil se vengara de Francia tras la derrota en la final del 98. Sin embargo, los cariocas en ningún momento encontraron su sitio en el campo. Francia jugó mejor y aprovechó su poderío a balón parado para certificar su pase a la semifinal. Una falta lateral fue aprovechada por Henry, que totalmente libre de marca, anotó sin oposición. Zidane cuajó un excelente partido y abrió el debate sobre si el franco-argelino debía ser incluido en el club de los mejores de la historia. En el otro bando, Brasil, con un equipo repleto de estrellas, hacía las maletas antes de lo previsto. Parreira fue el principal señalado por la afición carioca y fue destituido de inmediato. Lo cierto es que “dunguismo” seguía secuestrando a la “canarinha” sin que nadie pudiera evitarlo.
La primera de las semifinales tuvo noventa minutos horribles y una prórroga vibrante. Tras el empate a cero, italianos y alemanes dejaron el espectáculo para el extra-time. Alemania dispuso de ocasiones muy claras que fueron desbaratadas por las geniales intervenciones de Gianluigi Buffon. Perdonaron los alemanes y ya sabemos lo que pasa. Grosso le cogió el gusto a eso de ser el héroe, así que recibió un pase filtrado de Pirlo y puso el balón lejos de Lehman (foto). Era el minuto 119 de la prórroga, por lo que el gol valía una final. Del Piero aún tuvo tiempo de machacar el orgullo alemán con un gran gol en el descuento. Italia, con un Marcelo Lippi exultante, silenció el estadio de Dortmund y se metió en la final de Berlín.
Por otro lado, portugueses y franceses disputaron una semifinal inédita. El partido se resolvió con un penalti anotado por Zidane a los 33 minutos de partido. Los lusos merecieron más, pero la experiencia de los galos resultó determinante. Por si alguien no se había dado cuenta, la “Francia del mestizaje” aún no estaba muerta.
En el Olímpico de Berlín, Italia y Francia luchaban por alzar el trofeo más prestigioso del planeta. Los franceses habían comenzado el mundial con muchas dudas, pero con el paso de los partidos, se habían convertido en la gran favorita al título. Zidane buscaba ascender definitivamente al Olimpo de los dioses en el que seguramente sería su último encuentro con los blues. Por otro lado, los italianos confiaban en su férrea defensa y las genialidades de Pirlo para tumbar a los galos. A los siete minutos de juego, Zidane tuvo la desfachatez de lanzar un penalti a lo panenka en toda una final de la Copa del Mundo. El balón se elevó demasiado, pegó en el larguero y acabó entrando. No cabe duda que hay que tenerlos bien puestos para actuar con semejante temeridad.
Minutos después, el irreductible Materazzi remató a la perfección un córner para empatar el partido. El italiano aún desconocía la sorpresa que le reservaba aquella final. El encuentro trascurrió con normalidad, con algún que otro intercambio de golpes, pero sin demasiada convicción. Así llegamos a la prórroga, donde vimos una de las imágenes más recordadas de la historia mundialista. Materazzi tiró de picaresca y provocó verbalmente a un iracundo Zidane que respondió al italiano con un fuerte cabezazo en el pecho. El defensa azzurro no lo dudó y se fue al suelo emitiendo estridentes aullidos de dolor (foto). Medina Cantalejo, que ejercía de cuarto árbitro, observó la escena y se chivó al profe. El colegiado argentino Horacio Elizondo expulsó a Zidane que se marchó cabizbajo del terreno de juego. Fue la despedida más triste para un espléndido jugador, al que de vez en cuando se le iba un poco la olla.
El partido se resolvió finalmente en los penaltis. Trezeguet envió su disparo al larguero y Grosso, quien si no, anotó el último y decisivo lanzamiento. La selección transalpina fue fiel a su estilo durante todo el campeonato basando su juego en una defensa infranqueable. Gran parte de culpa la tuvo el capitán Cannavaro que ofreció un rendimiento espectacular. Los italianos alzaban la Copa del Mundo 24 años después mientras Zidane, hundido, lloraba en el vestuario.
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