Sudáfrica 2010
Joseph Blatter seguía empeñado en llevar el fútbol a todos los rincones del planeta. Una de sus grandes aspiraciones era organizar un mundial en el continente africano. En el 2010 vio su sueño cumplido con la designación de Sudáfrica. Pronto surgieron los agoreros que pronosticaban un sinfín de problemas, una inseguridad extrema y una organización caótica. Nada de eso. El evento resultó un éxito y exceptuando algunos problemas menores, Sudáfrica pasó el examen con nota.
En lo futbolístico, el mundial de Sudáfrica mejoró ligeramente a sus predecesores. Tuvo casi todo lo que un buen torneo debe tener: grandes selecciones, grandes jugadores, partidos intensos, buenos goles, polémica y un final inquietante. España, flamante campeona de Europa con un juego estratosférico, se había ganado a pulso la condición de máxima favorita. Esta vez no había dudas. Los hispanos llegaban a Sudáfrica con un plantel que daba miedo. Casillas, Piqué, Puyol, Xabi Alonso, Xavi Hernández, Silva, Iniesta, Villa, Torres… Sólo Brasil podía plantar cara a la selección de los bajitos. España lo tenía claro: era ahora o nunca.
La primera sorpresa se dio en el grupo A. Francia repitió el esperpento del mundial de Corea y fue eliminada a las primeras de cambio. Tras empatar a cero ante Uruguay, Francia cayó ante México (2-0) víctima de una gran actuación del Chicharito Hernández. Los blues completaron el ridículo en el último partido del grupo al ser derrotados por Sudáfrica. La anfitriona venció a los galos (2-1) y ambos quedaron fuera del mundial. El caso de Sudáfrica pasó a la historia, pues se convirtió en la primera selección de casa en caer eliminada en la primera fase.
La estancia de los franceses en Sudáfrica fue un cúmulo de despropósitos. Durante la concentración, Anelka fue excluido del equipo por insultar al seleccionador Doménech, mientras que las cámaras de televisión fueron testigo de una fuerte bronca entre Evra y el preparador físico francés Robert Duverne. El vestuario se convirtió en un polvorín, lo que condenó al equipo a una eliminación casi segura. Los problemas internos dentro de la selección tomaron un excesivo protagonismo. Tanto que llegaron a debatirse en el mismísimo parlamento francés.
Pero el de Francia no sería el único ridículo del campeonato. Italia se apuntó a la paparda y a pesar de defender título, quedó eliminada en la fase de grupos. Los transalpinos se confiaron en exceso y empataron sus dos primeros partidos ante Paraguay y Nueva Zelanda. Con la presión de ganar para continuar viva en el torneo, Italia se derrumbó en el partido decisivo ante Eslovaquia (3-2). Lo cierto es que la azzurra llevaba varios mundiales jugando con fuego en las primeras fases y en Sudáfrica terminó quemándose.
Inglaterra estuvo a punto de tirarse al precipicio junto a franceses e italianos. A los británicos se les seguía atragantando la cita mundialista. En su partido de estreno ante EEUU, todo se les puso de cara con un madrugador tanto de Gerrard. Pero el arquero Robert Green invocó la eterna maldición de los porteros ingleses. Un inocente disparo de Dempsey terminó colándose de manera incomprensible en la portería británica (foto). Al final, Inglaterra venció a Eslovenia en el tercer partido del grupo y todo quedó en un susto.
La de Green no sería la última cantada que vimos en el mundial. El lamentable balón Jabulani diseñado por Adidas, no dejó de hacer travesuras a lo largo de todo el campeonato. Claudio Bravo, guardameta de Chile, dijo sobre el esférico: “Parece una pelota de playa”. Casillas también rajó sobre el cuero: “Es muy triste que una competición tan importante se juegue con un balón de condiciones tan pésimas”. En las repeticiones a cámara lenta se podía comprobar como la trayectoria del balón, en ocasiones, resultaba cuanto menos confusa.
Y para completar el grupo de los sufridores… España. La selección debutó ante Suiza dominando la posesión con unos porcentajes aplastantes y creando suficientes ocasiones de gol como para ganar con comodidad. Sin embargo, la pelotita no terminaba de entrar. En esas que Suiza monta una contra, y tras varios rechaces Fernandes adelanta a los helvéticos. La afición española se frotaba los ojos. De nada sirvió el empuje agónico de los últimos minutos. España, por enésima vez, comenzaba un mundial perdiendo. Increíble.
¿Y si en verdad no éramos tan buenos? El revolcón ante Suiza despertó millones de dudas en torno a una selección que todo el mundo consideraba invencible. Enseguida se buscaron culpables y el más señalado fue Sergio Busquets. El catalán era una apuesta personal de Vicente del Bosque que se empeñaba en establecer un doble pivote en el centro del campo en lugar de un solo hombre como prefería Luis Aragonés. El salmantino no renunció a sus ideas y repitió sistema táctico ante Honduras. El tiempo le dio la razón. Villa templó los ánimos con un doblete y Busquets cuajó un partidazo (2-0). Una semana después, ante Chile, sólo valía la victoria. En Pretoria, con la sombra de la paparda sobrevolando el estadio, Villa adelantó a los españoles con un gran gol e Iniesta sentenció el choque con una jugada de tiralíneas marca de la casa. España había salvado el match ball y llegaba a los octavos con el crédito intacto.
La otra favorita, Brasil, sufrió para vencer a la cenicienta del torneo: Corea del Norte. Tuvo que ser Maicon, con un golazo, el que adelantara a la canarinha cuando ya se palpaba el miedo en la torcida brasileña. Elano marcó el segundo e hizo inútil el tanto de Yun-Nam (2-1). En el siguiente encuentro, todos esperaban que Costa de Marfil le pusiera las cosas muy difíciles a los cariocas. Sin embargo, los africanos decepcionaron y fueron derrotados con facilidad (3-1). En la última jornada, con todo decidido, portugueses y brasileños empataron a cero.
Alemania llegaba a Sudáfrica con una selección muy joven y un fútbol renovado. Joachim Löw tiró de las nuevas promesas germanas y estas no defraudaron. Los Özil, Müller, Schweinsteiger, Neuer y Khedira completaron una fase de grupos brillante gracias a sus vertiginosos contra-ataques mezclando velocidad y precisión. Tan sólo perdieron ante Serbia, tras una decisión lamentable del colegiado español Undiano Mallenco que expulsó a Klose en la primera mitad por una falta no intencionada (foto).
Argentina se presentaba en el mundial ahogada en un mar de dudas. A Maradona, ahora seleccionador nacional, le habían molido a palos por su mediocre fase de clasificación en la CONMEBOL. Los argentinos se colaron en el mundial de forma agónica y Maradona volvió a la primera plana al dedicar una histórica frase a la prensa de su país: “Que la chupen”. El Diego aún debía demostrar que además de buen jugador, era un buen técnico. La cosa empezó bien con una fase de grupos intachable. La albiceleste aplastó a sus rivales ejerciendo un derroche ofensivo temible. Sólo faltaba una pieza para completar el puzzle: Messi no terminaba de encontrar su sitio en el campo. Teniendo en cuenta que la pulga era el mejor jugador del mundo, el problema parecía importante.
Holanda también se coló sin problemas en los octavos de final con la pareja de oro haciendo de las suyas. Sneijder y Robben se revindicaron en Sudáfrica como dos jugadores excepcionales, capaces de llevar a su selección más lejos de lo que ellos mismos imaginaban. En el grupo de Holanda también destacó la selección japonesa comandada por Keisuke Honda. El delantero japonés metió a su selección en los octavos con una actuación estelar ante Dinamarca (golazo de falta incluido).
En la primera eliminatoria de los octavos de final, Uruguay se deshizo de Corea del Sur (2-1) con un doblete de Luis Suárez. Ese mismo día, Ghana (la única selección africana que superó la primera fase) derrotó a EEUU (2-1) pese a la brillante actuación (una más) de Landon Donovan.
Holanda se cargó a Eslovaquia con goles, como no, de Sneijder y Robben. Brasil arrolló a Chile (3-0) y Paraguay se clasificó en los penaltis dejando fuera a Japón. Por su parte, España se enfrentó a la Portugal de Cristiano Ronaldo. Avanzada la segunda mitad, el partido seguía atascado en el 0-0 inicial y España no terminaba de carburar. Del Bosque decidió poner en práctica el plan B. Introdujo a Fernando Llorente en el campo y el riojano cambió el signo del encuentro. Fijó a los centrales portugueses, se llevó todos los balones por alto y hasta le hicieron un penalti clamoroso. Incluso pudo anotar tras un remate de cabeza que se fue rozando el poste. De su esfuerzo se aprovechó Villa, que tras un taconazo de Xavi, anotó para sellar el pase a los cuartos de final.
Argentina y México disputaron un encuentro en el que lo más destacado se produjo en el minuto 26 cuando Tévez anotó el primer gol de Argentina en clarísimo fuera de juego. El Apache remató en el área pequeña unos dos metros más adelantado que el último defensa mexicano. De manera incomprensible, el linier no levantó la bandera y el tanto subió al marcador. Con el camino allanado, los argentinos arrollaron a México con un gol más de Tévez y otro del Pipita Higuaín. El tanto final de Hernández no sirvió para nada. Argentina continuaba con paso firme pero con una china en el zapato: Messi seguía sin aparecer.
El mejor encuentro de los octavos de final fue el que enfrentó a ingleses y alemanes. Los primeros minutos de Alemania fueron un vendaval de juego. A la media hora de partido ya ganaban 2-0 con goles de Klose y Podolski. Los germanos asombraban al mundo con un juego rápido y vertical, algo absolutamente impropio de ellos. Inglaterra tiró de casta y recortó distancias con un gol de Upson. Dos minutos después, Lampard disparó desde lejos, el balón pegó en el larguero y botó más de medio metro dentro de la portería (foto). Los jugadores ingleses se abrazaban sin percatarse de que el colegiado uruguayo Larrionda no había dado validez al tanto. El seleccionador inglés, Fabio Capello, no podía creerlo. Lampard se llevaba las manos a la cabeza y señalaba como un poseso la repetición del video-marcador. Asombroso. A todo el mundo le vino a la cabeza el mítico gol de Hurst en el 66. En aquella ocasión, Inglaterra ganó gracias a un tanto que no fue. En Sudáfrica se dio el caso contrario. Aquel 27 de Junio en Bloemfontein, el caprichoso destino quiso cerrar el círculo. Justicia poética, que lo llaman algunos. Finalmente, Alemania venció (4-1) con dos goles más de un genial Müller.
Los cuartos de final nos dejaron partidos muy intensos. En el primero de ellos, Brasil se enfrentaba a Holanda en un duelo clásico que terminó con sorpresa. Robinho adelantó a los cariocas en lo que parecía ser un paseo por las playas de Copacabana. Sin embargo, Wesley Sneijder dirigió con maestría a los holandeses que remontaron el partido (2-1). El propio Sneijder fue el encargado de anotar los dos goles, erigiéndose como uno de los mejores jugadores del mundial (foto). Las cosas se le pusieron fáciles a Holanda cuando en el minuto 73, el brasileño Felipe Melo era expulsado por un pisotón a Robben. Al jugador de la Juventus se le fue la olla y fue señalado por todos los medios brasileños como el principal responsable de la eliminación. Ronaldo le recomendó vía Twitter que no pasara sus vacaciones en Brasil. La canarinha, una de las principales favoritas al título, hacía las maletas antes de lo previsto.
Uruguay y Ghana pugnaban por colarse en las semifinales sin invitación previa. Los suramericanos volvían a la élite mundialista con la esperanza de levantar su primera Copa del Mundo en color. Los ghaneses, por su parte, tenían a toda una afición africana de su lado para dar la campanada. El partido no defraudó. Muntari adelantó a Ghana con un disparo lejano y Forlán, que estaba cuajando un mundial excelente, empató tras el descanso. El encuentro se fue a la prórroga que resultó histórica por una jugada inverosímil. En el último segundo, el ghanés Adiyah remató en el área pequeña con el portero uruguayo ya batido. Cuando el balón iba a traspasar la línea de gol, el delantero Luis Suárez detuvo el esférico de la única forma posible: con las manos (foto). El colegiado señaló el penalti y expulsó a Luis Suárez. La estrella del conjunto ghanés, Asamoah Gyan, asumió la responsabilidad del lanzamiento. La pelota pegó en el larguero y la eliminatoria se fue a la tanda de penaltis. El propio Gyan, hundido por el fallo anterior, demostró un inmenso valor al lanzar el primer penalti de la tanda. Esta vez anotó. Sin embargo, Mensah y Adiyah fallaron los suyos. El partido había sido de locos y un chiflado tenía que cerrar la eliminatoria. El último y definitivo lanzamiento corrió a cargo del carismático delantero uruguayo Sebastián Abreu. Lo tiró a lo panenka con mucha suavidad y el balón entro despacito en la portería africana. Aquella noche el número de infartos se disparó en Montevideo.
España se enfrentaba a Paraguay y a su historia. Nunca antes en un mundial la selección había superado los cuartos de final. Los hispanos eran claros favoritos, pero la experiencia nos decía que con España sobre un terreno de juego, cualquier cosa podía suceder. El partido fue bastante aburrido hasta que llegaron los tres minutos más emocionantes de todo el campeonato. Corría el minuto 59 cuando en una falta lateral, Cardozo le ganó la espalda a Piqué y éste se vio obligado a cometer penalti. El propio Cardozo fue el encargado de lanzar la pena máxima. Cuando se empezaba a mascar una nueva catástrofe, apareció el Santo. Casillas detuvo el lanzamiento.
Sin tiempo para asimilarlo, Villa encaró al guardameta paraguayo y fue derribado por Alcaraz. Penalti. A Xabi Alonso no le tembló el pulso y anotó sin contemplaciones. Los españoles celebraban el tanto. Sin embargo, el colegiado guatemalteco Carlos Batres mandó repetir el lanzamiento por invasión del área. Bochornoso. Xabi Alonso volvió a asumir la responsabilidad, pero esta vez falló. Justo Villar rechazó el esférico que llegó a los pies de Cesc Fábregas. Éste regateó al arquero paraguayo que lo derribó claramente. Penalti. El árbitro no lo señaló. Los jugadores españoles no se lo podían creer. Una nube de futbolistas protestaba airadamente a un impasible Batres. El fantasma de Al-Ghandour comenzó a sobrevolar el estadio Ellis Park de Johannesburgo.
Pero esta fantástica generación de futbolistas no podía quedarse sin premio. En el 83 de juego, Iniesta avanzó entre la poblada defensa paraguaya y cedió el cuero a Pedro, que remató cruzado. El balón golpeó en el poste y el rechace le cayó a Villa en posición inmejorable. El Guaje ajustó tanto el disparo que el balón volvió a golpear en el palo, rodó sobre la línea de gol, y se coló en la portería tras golpear por tercera vez en la madera. Memorable. España estaba en semifinales y la maldición de cuartos se esfumaba para siempre.
Ya en semifinales, Holanda terminó con el sueño uruguayo. Van Bronckhorst adelantó a la oranje con un golazo espectacular desde 30 metros. Forlán siguió a lo suyo y empató el partido al filo del descanso. Pero Sneijder primero y Robben después, metieron a los suyos en la final con sendos goles. Pereira en el descuento maquilló el resultado para los uruguayos (3-2) que volvieron a casa con la cabeza bien alta.
En la otra eliminatoria, Alemania y España rememoraron la final de la Euro 2008 en la que los españoles vencieron con aquel gol de Torres. Un gol que empezó a cambiar la historia de la selección. Joachim Löw aseguraba haber aprendido la lección y tener la clave para vencer a España. Pero el elegante técnico alemán terminó capitulando ante el vendaval de fútbol hispano. La selección dio una lección de juego e hizo que Özil no oliera la pelota. Un golazo de Puyol a la salida de un córner, hizo justicia y dio la razón a un simpático pulpo, de nombre Paul, que se hizo famoso por pronosticar de forma acertada todos los vencedores de la última fase.
11 de Julio de 2010 en el estadio Soccer City de Johannesburgo. España y Holanda buscaban su primer título mundial. Tercera oportunidad para los holandeses y primera para los españoles. El pulpo Paul había pronosticado la victoria de España aunque nadie se fiaba. Holanda tenía en Robben y Sneijder a dos jugadores magníficos capaces de resolver un partido en una jugada aislada. Van Marwijk, seleccionador holandés, no dudó en proponer a los suyos un juego tremendamente agresivo. Y como muestra, un botón: En el minuto 28, Xabi Alonso recibía una escalofriante patada en el pecho por parte de De Jong (foto). No fue la primera ni sería la última. El centrocampista Van Bommel, experto en este tipo de batallas, repartió cera a diestro y siniestro. Todo ello ante la impasible mirada del colegiado inglés Howard Webb que fue demasiado condescendiente con el durísimo juego holandés.
La final transcurrió como se preveía. Holanda traicionó su pasado dejando a un lado el fútbol total que siempre le había caracterizado. En el otro bando, fiel a su estilo, España tocaba y tocaba hasta encontrar algún hueco. El partido se abrió cuando Del Bosque introdujo en el campo a Jesús Navas. El sevillano llevó muchísimo peligro por su banda y de sus botas nacieron las mejores ocasiones hispanas. Sin embargo, Robben acarició la gloria con la yema de los dedos. En una contra, el genial extremo holandés se plantó frente a Casillas con mucho tiempo para pensar. Iker se tiró a un lado y Robben disparó hacia el otro. Milagrosamente, Casillas rozó el esférico con la punta de la bota y mandó el balón a córner. Quizás en esa jugada, el Santo privó a Holanda de alzar su primera Copa del Mundo.
A pesar del dominio español, el encuentro se fue a la prórroga. Holanda pagó su agresividad en el minuto 109 cuando Heitinga fue expulsado por doble amonestación. Siete minutos después, Navas recogió un balón cerca de su propio área. El escurridizo extremo sevillano echó a correr rodeado de camisetas naranjas. Una vez en mediocampo cedió a Iniesta, que de tacón jugó con Cesc. Éste devolvió la pelota a Navas que abrió para Torres. El Niño centró al área y Van der Vart despejó de manera poco ortodoxa. El balón le cayó a Cesc en la frontal que abrió para un Iniesta completamente libre de marca. El de Fuentealbilla controló la pelota y… el resto es historia (foto).
España enloqueció. Los recuerdos se amontonaban en la cabeza de los aficionados. Al-Ghandour, la cantada de Zubi, el codazo de Tasotti, el fallo de Salinas, la falta de Stojkovic, el penalti de Eloy, el ridículo del 82, el error de Cardeñosa, Katalinski, Franco Gemma… Un historial lleno de desgracias que hacían más emotiva la victoria. España alzaba la Copa del Mundo y por unos días dejó de ser un país dividido. Holanda tendría que seguir esperando.
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