Italia 90
El mundial de 1990 llegó en pleno apogeo del "catenaccio" italiano. Tan sólo las genialidades de Maradona y el novedoso Milan de Sacchi eran motivo de esperanza para poder disfrutar de un campeonato brillante. Sin embargo el fútbol defensivo se impuso al ataque e hizo que Italia 90 sea recordado por la mayoría de los aficionados como uno de los peores mundiales de la historia. El maravilloso balón que Adidas diseñó (Etrusco Único), sufrió la triste incapacidad ofensiva de los participantes.
Argentina, vigente campeona, siguió confiando en el resultadista Bilardo para revalidar el título. El "Narigón" reunió un plantel bastante mediocre en el que destacaba el talento de Caniggia para acompañar a Maradona en el ataque. El "Pelusa", a pesar de sus frecuentes coqueteos con la cocaína, cuajó un buen campeonato. Los albicelestes comenzaron perdiendo en el partido inaugural ante la sorprendente Camerún (1-0). Resucitaron ante la URSS en un estadio San Paolo de Napoli volcado con Maradona (2-0). En el último partido de la fase de grupos el equipo de Bilardo no pasó del empate ante Rumanía (1-1) lo que deparó un Brasil-Argentina en octavos de final. En el choque ante Rumanía, Maradona recibió una dura entrada que le dañó considerablemente el tobillo. Diego jugaría el resto del mundial visiblemente lesionado y recibiendo un constante tratamiento por parte de los médicos argentinos.
Los italianos, aprovechando su condición de locales, se clasificaron para octavos como primeros de grupo. La "squadra azzurra" aspiraba a lo máximo con un plantel que mezclaba la juventud de Maldini o Roberto Baggio con la experiencia de los Baresi, Ancelotti o el guardameta Walter Zenga. Además contaron con el olfato goleador de un desconocido Totò Schillaci (foto). El jugador de la Juventus entró en la lista de convocados para el mundial ante la sorpresa de toda Italia. En un principio era el cuarto delantero por detrás de Baggio, Vialli y Carnevale. Sin embargo, en el primer partido ante Austria, el técnico Vicini le utilizó como revulsivo ante la incapacidad alarmante del ataque italiano. A los tres minutos de ingresar en el campo, Schillaci conectó un cabezazo que dio la victoria a Italia (1-0). Desde entonces se convirtió en titular indiscutible. Terminó el mundial como máximo goleador con seis tantos y los tifosi le bautizaron como "Il salvatore della patria".
España quedó encuadrada en un grupo bastante asequible junto a uruguayos, coreanos y belgas. La selección, una vez más, aspiraba a codearse con los gallitos del torneo con la "Quinta del Buitre" por bandera. Luis Suárez formó un grupo de mucho talento con jugadores de toque como Martín Vázquez, Míchel, Luis Milla, Pardeza, Eusebio Sacristán o el propio Butragueño. En la defensa, los nombres de Fernando Hierro, Chendo, Villarroya, Andrinúa, Alkorta o Sanchís parecían una garantía. Tras un pobre empate a cero ante Uruguay, España venció en su segundo partido ante Corea del Sur (3-1) en la que fue la mejor tarde de Míchel. El madrileño marcó los tres goles y su celebración gritando "¡Me lo merezco!" con golpe en el pecho incluido dio la vuelta al mundo (foto). La expresión iba dirigida a la prensa nacional que había puesto en entredicho su presencia en la cita mundialista. En el último encuentro de la primera fase, de nuevo Míchel (de penalty) y el guipuzcoano Gorriz le dieron la victoria a España ante Bélgica (2-1).
En el resto de grupos destacó el fútbol exótico de una excelente selección colombiana. Los suramericanos se enfrentaban a Alemania en el último partido de la primera fase. Un empate les servía, pero Littbarski en el minuto 89 marcó el 1-0 para Alemania. Todo parecía indicar que Colombia haría las maletas. Sin embargo, en el tiempo de prolongación los colombianos robaron un balón en su propio campo y con una jugada magistral de tiralíneas, hicieron que Freddy Rincón se plantara ante Illgner y le batiera colando el balón entre sus piernas. Fue, probablemente, el mejor gol del campeonato y valió además un pase para los octavos de final.
Brasil, con un gran Careca, se clasificó sin problemas junto a la ya mencionada Alemania, la Inglaterra de Paul Gascoigne y la Holanda de Gullit, Rijkaard y Van Basten.
En el primer encuentro de los octavos de final, Camerún y Colombia pugnaban por el título honorífico al equipo revelación del campeonato. El partido fue controlado por Colombia con un gran Valderrama asumiendo los galones en el centro del campo. A pesar del buen juego de los de Pancho Maturana, los noventa minutos terminaron con empate a cero en el marcador. En la prórroga Camerún se adelantó con un gran gol de Roger Milla. Tres minutos después, el carismático portero René Higuita recibió un balón lejos de su propio área. Milla le presionó y René, fiel a su estilo, trató de regatearlo. El camerunés le robó el esférico y a puerta vacía marcó uno de los goles más míticos de los mundiales (foto). La celebración de Milla, bailando en el banderín de córner, pasó a la historia. Finalmente Camerún venció 2-1 y tras el encuentro, al ser preguntado por el segundo gol, Milla dijo lo siguiente: "René trató de regatearme... y a Roger Milla no le regatea nadie".
En el partido más esperado de los octavos de final, Argentina se cargó a Brasil gracias a una genialidad de Maradona. Los brasileños habían hecho todo lo posible para adelantarse en el marcador, pero los postes ese día no estaban de su lado. En el minuto 80 Maradona recibió en medio campo y sorteando a tres rivales se plantó en el borde del área. Todos los defensas brasileños se fueron a por él y dejaron libre a Caniggia en un costado. Maradona lo vio y le envió la pelota (foto). El rubio no desaprovechó la oportunidad y marcó a placer tras regatear a Taffarel. Tras el encuentro, el lateral brasileño Branco denunció un supuesto envenenamiento de los jugadores cariocas provocado por las botellas de agua que los argentinos les ofrecían en las interrupciones del partido. "Me pesaban las piernas... no podía ni mantenerme en pie", indicó Branco tras el encuentro. Lo cierto es que mucho se ha hablado de este asunto, aunque nunca se llegó a demostrar nada. Branco asegura que años después él mismo le preguntó al técnico argentino Bilardo por esta cuestión a lo que el "Narigón" contestó: "Amigo Branco, en el fútbol todo vale".
Otro encuentro destacado de los octavos de final fue el que enfrentó a Holanda y Alemania. La "orange" venía de ganar la Eurocopa del 88 con aquella volea imposible de Marco Van Basten ante la URSS. Pese a contar con varios de los mejores futbolistas del momento (Rijkaard, Gullit, Koeman o el propio Van Basten) los holandeses sucumbieron ante el poderío alemán. Klinsmann y Brehme hicieron inútil el gol de Koeman (2-1). La imagen más recordada de este encuentro, es el famoso escupitajo que Rijkaard le lanzó a Rudi Voller (foto).
Tras una buena fase de grupos, a España le esperaba Yugoslavia en octavos. Los balcánicos tenían una joven generación de futbolistas que prometía brillar con luz propia en el futuro más inmediato. Las estrellas más visibles eran Stojkovic, Savicevic y Prosinecki. España jugó un buen partido, pero el encuentro no se resolvió hasta los minutos finales. Stojkovic marcó en el 78 y España empató en el 83 con un balón suelto que Julio Salinas remachó a la red en el segundo palo. Al comienzo de la prórroga, el colegiado señaló una falta al borde del área española. Stojkovic cogió la pelota y ejecutó un golpe franco perfecto que pasó a milímetros de la barrera y se coló en la portería de Zubizarreta. En la repetición se pudo contemplar como el balón pasa muy cerca de Míchel que se aparta ligeramente para evitar que la pelota le golpee en la cara (foto). El jugador español, que hasta el momento había sido el héroe de España en el mundial, se convirtió de la noche a la mañana en la deshonra del país. La selección, para variar, se marchaba a casa con una nueva decepción.
En los cuartos de final Alemania se deshizo de Checoslovaquia con un gol de Matthaüs desde el punto de penalty. El centrocampista alemán ofreció una demostración de clase, potencia y liderazgo a lo largo de todo el mundial hasta el punto de eclipsar al mismísimo Maradona. De hecho, el "Pelusa" reconoció días después que Matthaüs había sido el mejor jugador al que se había enfrentado nunca. Para las semis también se clasificó Italia con un gol de Schillaci que tumbó a la sorprendente Irlanda de Tony Cascarino. Argentina sólo puedo eliminar a Yugoslavia en la tanda de penaltis. Maradona falló su lanzamiento, pero el arquero argentino Goycochea se convirtió en el "parapenales" del mundial y dio el pase a su selección. El último partido de cuartos fue, seguramente, el mejor de todos. Inglaterra venció a Camerún con muchísimas dificultades. Tras los noventa minutos el resultado era de empate a dos. Un penalty anotado por Lineker en el 105 le dio la victoria a Inglaterra que sudó la gota gorda para deshacerse de los "Leones Indomables".
La primera semifinal enfrentaría a dos viejos conocidos con muchas cuentas pendientes. Alemania e Inglaterra se veían las caras en Turín con el objetivo de obtener el pase a la final. Brehme adelantó a los alemanes demostrando una vez más su facilidad para aparecer en los momentos claves. Lineker empató en el 80 y el partido se marchó a los penaltis. Alemania, demostrando una sangre fría imponente, anotó todos sus lanzamientos. Por contra, Inglaterra erró dos y se tendría que conformar con la lucha por el tercer y cuarto puesto. La generación del excéntrico Paul Gascoigne (foto) se quedaba a las puertas de la gloria. Al final del encuentro Lineker pronunció una de las frases más recordadas en la historia de este deporte: "El fútbol es un juego sencillo en el que 22 jugadores corren detrás de una pelota y siempre gana Alemania".
En la otra semifinal, los espectadores napolitanos se vieron con el corazón dividido. En San Paolo Italia se jugaba el pase a la final ante la Argentina de Maradona. El "Pelusa" jugaba en su estadio, pero esta vez de visitante. Schillaci volvió a "mojar" a los pocos minutos de juego. Un gran Caniggia empataría el encuentro en la segunda mitad. Una vez más el partido se resolvería en los penaltis. Esta vez Maradona anotó el suyo, que fue decisivo tras los fallos de Donadoni y Serena. De esta forma, se repetía la final de México 86.
La gran final se disputó en el Olímpico de Roma ante más de 73.000 espectadores. En la previa, el himno de Argentina fue abucheado por los italianos que se encontraban en la grada ante el monumental enfado de Maradona que no dudó en insultarlos airadamente. Las cámaras de televisión captaron la escena con nitidez.
El partido se vio dañado por algunas ausencias importantes en el equipo argentino. Especialmente la de Caniggia que no pudo jugar por acumulación de amonestaciones. Esto hizo que Bilardo propusiera un esquema aún más defensivo de lo habitual. Si a eso le sumamos la estrecha vigilancia de la que era víctima Maradona, obtenemos un partido horrible en el que apenas hubo ocasiones de gol. El encuentro fue manejado por Alemania, con un gran Lothar Matthaüs como referencia germana y con los argentinos dispuestos a esperar hasta la tanda de penaltis y encomendarse a su particular "santo" Goycochea. La cosa se les complicó cuando Monzón entró de forma violenta y absurda a Klinsmann, lo que dejó a la albiceleste con un hombre menos sobre el campo. El caso es que finalmente el partido se iba a resolver por un penalty, pero no como Argentina lo había planeado. A cinco minutos del final Rudi Voller recibió un balón en el área y fue empujado muy levemente por Sensini. El alemán cayó al suelo y el colegiado mexicano Edgardo Codesal señaló la pena máxima. La repetición demostraría que el penalty no existió. Brehme, experto en tomar la iniciativa en los momentos de tensión, disparó con la derecha pese a ser zurdo. El balón entró pegadito al palo, imposible para Goycochea (foto).
No hubo tiempo para más. El peor de los mundiales y la peor de las finales, se resolvió con un penalty inexistente. Tenía que ser así... Beckenbauer levantó como técnico la misma copa que había alzado en el 74 como jugador. La alegría de Matthaüs contrastaba con el desconsolado llanto de Maradona (foto). Diego siempre aseguró que aquella final del 90 fue una farsa. Según él, todo estaba orquestado para que Alemania ganara el título.
en este por lo menos ya me sonaba jugadores y tal. La gran colombia de rafa, las gilipolleces de michel, los jodidamente eficientes alemanes... ademas se acerca ya USA 94, donde supongo que te recrearas en la figura del veloz coreano Jun Won Seo
ResponderEliminarPara mítico, el partido de basket que incomprensiblemente me tragué ayer. Real Madrid - Olympiakos, final del 95. Con Sabonis, Antúnez, Cargol, Lasa y el gran Arlaukas. Casi nada.
ResponderEliminarjoder macho, pagaria dinero por ver un partido de arlauckas, bueno pagaria tb por un brugal naranja, pero esa es otra historia. El ultimo gran real madrid de basket, estaria por ahi isma santos defendiendo como un bestia, donde lo echaron ¿?
ResponderEliminarEn Teledeporte a eso de la 1.00 AM
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