USA 94
El fútbol aún no había conquistado el país más poderoso del planeta y la FIFA no iba a quedarse sin probar el apetitoso pastel norteamericano. Por ello designó a EEUU como sede del mundial 94 en medio de una fuerte polémica. Muchos no entendieron el empeño de la FIFA en llevar el campeonato a un país en el que el fútbol no interesaba. Fue el mundial de las camisetas noventeras, de las latas de Coca Cola con el perrito Striker, de las perillas, de los mega-estadios y del calor sofocante. Fue el inicio de la comercialización absoluta del deporte rey y con ella el final del fútbol más nostálgico. De hecho, quizás el mundial de EEUU fue la última gran Copa del Mundo que se recuerda.
Si hacemos un balance de cómo llegaban las selecciones favoritas al mundial del 94, no sería difícil acertar los finalistas. Con Inglaterra y Francia sin clasificar, nos quedan Alemania, Argentina, Holanda, Brasil e Italia. Los alemanes estaban inmersos en un cambio generacional que apenas les permitió competir con garantías, Argentina vivía el ocaso de un Maradona fundido por las drogas y Holanda se presentaba con un plantel demasiado inexperto para llegar lejos. Por eliminación tan sólo nos quedan dos: Brasil e Italia. Con este panorama cabía la posibilidad de que alguna selección de segunda línea (o incluso de tercera) diese la campanada. ¿España quizás?.
Con las favoritas en horas bajas, la selección de Javier Clemente llegaba a tierras americanas con el pálpito de que este podía ser su mundial. Y eso que España se había clasificado por los pelos en un partido épico en Sevilla ante Dinamarca. En aquel encuentro los hispanos necesitaban la victoria para acceder al mundial, pero a los poco minutos de juego se quedaron con diez por expulsión de Zubizarreta. Cañizares, que debutaba con España, ingresó en el campo sustituyendo a Camarasa. Todo pintaba mal hasta que Hierro, a la salida de un córner, cabeceó el balón a la red y tumbó a los daneses. Un gol que valió el billete para EEUU.
Clemente formó un plantel muy defensivo que fue duramente criticado por la prensa del país. Más aún teniendo en cuenta que la selección olímpica de Barcelona 92 había conseguido el oro practicando un juego muy ofensivo. En el primer encuentro ante Corea del Sur, Clemente alineó hasta seis jugadores puramente de contención (Ferrer, Abelardo, Hierro, Sergi, Alkorta y Nadal). El partido estuvo marcado por el insoportable calor de Dallas que no bajó de los 40 grados. Por si esto fuera poco, a los 25 minutos de juego Nadal fue expulsado. A pesar de jugar con uno menos, España se adelantó en el marcador por partida doble con goles de Salinas y Goikoetxea. Sin embargo el esfuerzo pasó factura a los nuestros y Corea terminó empatando en los minutos finales (2-2). Tras la decepción inicial, la selección arañó un valioso punto ante Alemania con aquél centro-chut memorable de Goikoetxea (1-1) (foto). En el partido definitivo para obtener la plaza de octavos, España se deshizo con facilidad de Bolivia con dos goles de Caminero y uno de Guardiola (3-1). Una vez más, el optimismo se desbordó.
En la primera fase, uno de los grupos más movidos fue el de Brasil. Los cariocas demostraron su poderío al pasar como primeros de grupo sin un juego brillante pero con una pegada descomunal. Romario y Bebeto empezaron a acaparar el protagonismo del mundial con tantos de todos los colores. Tan sólo la magnífica selección de Suecia consiguió robarles un empate. Los suecos fueron una de las grandes revelaciones del torneo con el mítico Ravelli en la portería junto a Larsson, Kennet Andersson o el no menos mítico Thomas Brolin. El grupo lo cerraban las selecciones de Camerún y Rusia que disputaron un partido lleno de curiosidades. El delantero ruso Oleg Salenko marcó cinco de los seis goles que Rusia le endosó a los africanos (el sexto fue de Radchenko). El ruso terminó como máximo goleador pese a disputar tan solo la fase de grupos. Por otro lado, Roger Milla marcó el gol del honor para Camerún. Un tanto histórico, pues el jugador camerunés tenía 42 años y se convirtió en el goleador más veterano de los mundiales.
En el grupo D la noticia más destacada nada tuvo que ver con el aspecto deportivo. Argentina venció en su primer partido ante Grecia por cuatro goles a cero. El hat-trick de Batistuta fue eclipsado por un gran gol de Maradona. Una serie de paredes cortas terminaron con un ajustado disparo del "Pelusa" desde la frontal del área. Muchos eran los que pregonaban que Maradona ya no estaba en condiciones de jugar un mundial. Por ello, el astro argentino quiso tapar la boca a los que trataban de jubilarlo con aquél gol que celebró gritando con rabia ante la cámara. La imagen dio la vuelta al mundo. Pero para desgracia de Maradona, tras el segundo encuentro ante Nigeria, otra mediática imagen lo dejaría en evidencia. Diego salió del estadio cogido de la mano con una enfermera que lo llevó directamente al control antidopaje (foto). Maradona dio positivo por cinco sustancias, todas ellas derivadas de la efedrina (un compuesto estimulante que sirve también para perder peso). Diego fue automáticamente expulsado del mundial e inhabilitado para la practica del fútbol durante quince meses. Fue entonces cuando pronunció su famosa frase: "Me cortaron las piernas". El que para muchos fue el mejor jugador de la historia, se despedía de los mundiales de la forma más triste.
En el resto de grupos, Italia fue fiel a su tradición mundialista de sufrir en las primeras fases. Con Roberto Baggio aún desperezándose, los italianos perdieron su primer partido ante Irlanda, para vencer después a Noruega y empatar con México. Por otro lado, Holanda se clasificó sin apuros en un grupo en el que destacó el jugador saudí Al-Owairan, el cual se disfrazó de Maradona para recibir el balón casi en su área, atravesar todo el campo dejando a cuatro belgas atrás y anotar el mejor tanto del campeonato. Rumanía, por su parte, exigió protagonismo tras una contundente victoria por 3-1 ante Colombia (golazo de Gica Hagi incluido).
La selección colombiana llegó a EEUU con una inusitada presión. En la fase clasificatoria habían humillado a la mismísima Argentina en Buenos Aires gracias a un partido inolvidable (0-5). Tras aquél encuentro, el mismísimo Pelé señaló a Colombia como una de las favoritas para ganar el mundial. Lo cierto es que la tricolor se sustentaba en la sólida base de Italia 90 con la incorporación del goleador Faustino Asprilla. Sin embargo, Pancho Maturana no pudo contar con el extrovertido portero René Higuita al estar recluido en prisión por un turbio asunto relacionado con un secuestro. A pesar del gran plantel del que disponían, los colombianos no fueron capaces de clasificarse para los octavos de final. Tras la derrota ante Rumanía, sucumbieron también ante la anfitriona de Wynalda, Tony Meola y el inconfundible Alexi Lalas, que más que un futbolista parecía un vikingo. En este encuentro, el central colombiano Escobar anotó un gol en su propia portería lo que condenó a los suyos a una eliminación casi segura (foto). Días después del mundial, Escobar fue asesinado en una discoteca de Medellín. Nunca se supo con certeza si el motivo de su muerte fue el autogol ante EEUU u otros asuntos relacionados con las drogas.
Los partidos más destacados de los octavos de final fueron el Rumanía-Argentina y el Nigeria-Italia. En el primero, los rumanos confirmaron las buenas sensaciones de la fase de grupos y se cargaron a una de las favoritas. Argentina, con el positivo de Maradona, sufrió un golpe moral muy severo del que nunca llegó a recuperarse. Una lástima, pues los Redondo, Batistuta, Simeone y compañía se quedaban sin mundial a las primeras de cambio. En el otro encuentro destacado, Italia estuvo eliminada durante todo el partido. Amunike había adelantado a los nigerianos y no fue hasta el minuto 88 cuando Roberto Baggio apareció para empatar. En la prórroga, un penalty anotado de nuevo por Baggio, clasificó a Italia y envió a casa a la temible generación nigeriana de los Rufai, Yekini, Finidi, Amocachi, Okocha o Amunike.
En los cuartos la cosa se puso seria. En el primer partido, España e Italia buscaban un pase para las semis. Los españoles habían derrotado con facilidad a la Suiza de Chapuisat (3-0) gracias, entre otras cosas, a una gran actuación de Fernando Hierro. Aunque la "azzurra", por historia, era claramente favorita, España había formado un bloque contundente en defensa y contaba con el gran momento de forma de algunos jugadores como Caminero, Luis Enrique o el propio Hierro. Con todo el país sentado de buena mañana frente al televisor, la selección comenzó el partido algo nerviosa. Dino Baggio (que no tenía ningún parentesco con Roberto) adelantó a los italianos en el 25 con un golazo desde lejos. En la segunda mitad España jugó más relajada, tocando la pelota y llegando con más claridad al área contraria. La selección obtuvo su recompensa en el 58 cuando Caminero empató el partido con algo de fortuna. Con el gol, la selección se vino arriba y acosó a los italianos.
El destino de España en el mundial de EEUU, y quien sabe si en el resto, pudo cambiar con una jugada clave. Con empate a uno en el marcador, Julio Salinas se plantó completamente sólo delante de Pagliuca. El arquero italiano se quedó a media salida, lo que facilitó mucho las cosas al delantero español. Salinas, de entre las muchas opciones posibles, eligió la peor. Intentó batir por bajo al portero, pero este le sacó la pelota con el pie izquierdo. Unos minutos después, Italia pilló descolocada a la defensa española en una contra de libro. Roberto Baggio, que no era Salinas, recortó con mucha clase a Zubizarreta y se dispuso a ejecutar la sentencia (foto superior). Abelardo, a la desesperada, llegó desde atrás para intentar cruzarse en el disparo. Desde el sofá, todos los españoles estiramos la pierna con la intención de parar ese balón que finalmente se coló en la meta de Zubi. Por si esto fuera poco, en los último instantes del encuentro, Luis Enrique recibió un codazo de Tasotti dentro del área que el árbitro Sándor Puhl no sancionó. Las lágrimas del jugador español, con la cara ensangrentada, fueron las de todo un país (foto). Aquella tarde de Boston se empezó a fraguar la maldición de España en los cuartos de final.
El siguiente partido de cuartos fue, quizás, el más espectacular del torneo. Brasil se adelantó 2-0 con goles, como no, de Romario y Bebeto. Tras el tanto del deportivista, Romario, Mazinho y el propio Bebeto simularon acunar a un bebe en una celebración que causó un gran impacto mediático (foto). El motivo: Bebeto acababa de ser papá. Poco después, un genial Dennis Bergkamp tiró del carro holandés para empatar el partido. Sin embargo, Branco puso el 3-2 final a falta de diez minutos. Desde el mundial del 94, la "canarinha" cambió la mentalidad de su juego. Parreira formó un mediocampo muy físico, puramente destructor, para dejar que la calidad de sus dos atacantes hiciera el resto. De esta forma, Romario y Bebeto tuvieron detrás a dos gladiadores como Dunga y Mauro Silva dispuestos a partirse la cara por ellos. Se podría decir que el "dunguismo" se apoderó de la selección carioca desde entonces hasta nuestros días.
Con Brasil e Italia en semifinales, llegó el turno de las sorpresas. Bulgaria venía de eliminar a México en octavos y sin hacer mucho ruido se había colado entre las ocho mejores. Se jugaban el pase ante Alemania y eso eran palabras mayores. Los búlgaros eran una selección de muchísimo talento con grandes jugadores como Letchkov, Kostadinov, Balakov y el líder indiscutible: Stoichkov. Este último cuajó un mundial sensacional. Tanto es así, que terminó compartiendo el "pichichi" del torneo con Salenko y luchando con Baggio y Romario por el trofeo al mejor jugador. Ante Alemania, la anárquica selección búlgara consiguió lo que pocos habían hecho antes: remontar un partido a la "Mannschaft". Stoichkov de golpe franco directo (foto) y Letchkov marcaron sendos goles que hicieron inútil el tanto inicial de Lothar Matthaüs. La sorpresa se consumó y Bulgaria jugaría la semifinal ante Italia.
En el último partido de cuartos se enfrentaron dos de las sensaciones del mundial: Rumanía y Suecia. Los rumanos se encomendaron a su mejor jugador: el "Maradona de los Cárpatos" Gica Hagi (foto). Por su parte, Suecia contaba con un equipo más completo. Como era de esperar, el partido fue muy igualado. Brolin adelantó a los suecos pero Raducioiu empató cerca del final. En el tiempo extra, de nuevo Raducioiu adelantó a Rumanía, pero esta vez Kennet Andersson empataría para Suecia. Con 2-2 se llegó al final de la prórroga por lo que el partido se resolvió en los penaltis. Petrescu y Belodedici fallaron sus lanzamientos por lo que Suecia y Brasil repetirían en semifinales un enfrentamiento que ya se dio en la primera fase.
En las semis no hubo sorpresas. Ante los búlgaros, Roberto Baggio se empeñó en finiquitar el partido por la vía rápida. Así que en el minuto 20 recibió un saque de banda aparentemente inofensivo y tras amagar por dos veces, disparó desde la frontal y el balón se coló pegadita al palo de Mikhailov. Golazo. Cuatro minutos después, recibió en el área y con un tiro cruzado sentenció el choque. El gol de Stoichkov, de penalty, no impidió que Italia se metiese en la final.
Si a los italianos les salvó Roberto Baggio, los brasileños tenían a Romario. Ante los suecos, a la "canarinha" se le negaba el gol. En el minuto 80, justo cuando los nervios comienzan a aflorar, Brasil montó un ataque por banda derecha que terminó con un centro al área. Por allí apareció el más pequeñito, Romario, que picó el balón y batió a Ravelli. Quien mejor definió a la estrella brasileña del 94 fue Jorge Valdano quien hablaba de Romario como un jugador "de dibujos animados". Sin duda, fue uno de los mejores de la historia en el campo y porqué no decirlo, también en los bares. Visto lo visto, más que un Brasil-Italia, la final sería un Romario-Baggio.
Más de 94000 aficionados presenciaron el partido definitivo en Los Ángeles. Poco se puede escribir acerca de la final. Fue peor, incluso, que la de Italia 90. Baggio y Romario, muy vigilados por sus rivales, apenas pudieron aparecer. El miedo invadió a los dos equipos que fueron incapaces de generar peligro durante más de 120 minutos. El encuentro, irremediablemente, se resolvería en los molestos penaltis. Allí, Romario le ganó el duelo a Baggio. El brasileño anotó el suyo pero el italiano erró el lanzamiento definitivo (foto).
Sobre aquella fatídica tarde, Baggio escribió lo siguiente: "Sabía que Taffarel se tiraba siempre. Por eso decidí tirarlo al centro, a media altura para que no pudiera pararlo con los pies. Era un decisión inteligente. Sin embargo, el balón, no se cómo, se elevó tres metros y se fue arriba. He fallado pocos penaltis, pero nunca se me habían ido por encima de la portería. Fue algo inexplicable". El piloto brasileño Ayrton Senna había fallecido en un trágico accidente dos meses antes de aquella final. Dicen los brasileños que aquél penalti lo desvió Senna desde el cielo. Frustrado por no encontrar una explicación posible, incluso el propio Baggio terminó aceptando esa teoría.
Que bonito, la unica pega que tengo, es que no le explicas al mundo, que corea tenia un extremo capaz de correr los 100 metros en 10 segundos, Jung Won Seo, y eso era un date del anuario marca del mundial, su principal virtud, nunca supimos como jugaba al futbol
ResponderEliminar¡Jajajaja! Si el dato procede de Marca, permite que lo ponga en duda.
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