Argentina 78

Argentina buscaba ser sede de un mundial desde hacía varios años y su perseverancia tuvo premio en 1978. Por desgracia, el golpe de Estado del 76 provocó que el torneo se disputara bajo el mandato de una dictadura militar. Teniendo en cuenta la tensa situación del país y la dura represión que el General Videla se encargó de establecer desde el primer día, quizás lo más sensato hubiese sido trasladar la competición a otro lugar. De hecho, hubo varios grupos que trataron de boicotear el mundial con el fin de denunciar las continuas violaciones de los Derechos Humanos llevadas a cabo por la dictadura de Videla. Sin embargo, la FIFA mantuvo la sede y el campeonato se disputó finalmente en el Río de la Plata.

Estas circunstancias provocaron que muchos jugadores se negaran a viajar a Argentina para disputar el mundial. Entre ellos, Johan Cruyff. La estrella holandesa renunció a participar por varios motivos. Primero, como protesta ante la triste situación del país argentino. Segundo, por temor a ser secuestrado. Y tercero, debido a una falta de acuerdo con Adidas para llevar una tercera raya en su camiseta (su patrocinador era Puma). Sea como fuere, el flaco dejó el mundial del 78 huérfano de su talento.

España, tras doce años sin disputar un mundial, se jugaba la clasificación de nuevo ante Yugoslavia. Esta vez no sería en campo neutral sino en el pequeño Maracaná de Belgrado. En aquel partido se escribió una de las historias más míticas de nuestra selección. Los balcánicos prepararon toda una encerrona llenando el campo con militares para crear un ambiente irrespirable. Además, los futbolistas yugoslavos se emplearon con una agresividad inusitada que rozó en muchas ocasiones la violencia pura y dura. A los pocos minutos de partido, Pirri tenía que ser retirado en camilla por una fuerte entrada de un defensa balcánico. España perdía a su mejor jugador a las primeras de cambio. Todo apuntaba a un nuevo fiasco. Sin embargo, Rubén Cano enganchó una volea nada ortodoxa que se coló en la meta local. La selección aguantó como pudo el resultado y obtuvo el deseado pase al mundial de Argentina. Minutos antes del final, Juanito recibió un botellazo en la cabeza que le mandó directamente al hospital. Dicen los que estuvieron allí, que Yugoslavia era mejor equipo que España pero aquella tarde no salieron a jugar al fútbol. Fueron víctimas de su propia agresividad.

El formato del mundial argentino fue calcado al de Alemania 74. Dos fases de grupos y los mejores a la final. En la primera fase destacó una buena selección italiana con Paolo Rossi aprendiendo lo que es un mundial y la joven selección francesa que fue eliminada a pesar de practicar un gran fútbol comandado por el inberbe Platini. En el grupo 4, Perú le puso las cosas treméndamente difíciles a la selección Holandesa. Los andinos eran un potente equipo con Cubillas y Chumpitaz al frente. Holandeses y peruanos aún no lo sabían, pero pronto se convertirían en tristes protagonistas del mundial.

España, encuadrada en el grupo 3, decepcionó en su debut ante Austria perdiendo 2-1. Tocaba jugársela ni más ni menos que ante Brasil. El encuentro ante los cariocas fue trabado y muy aburrido. Sin embargo, una jugada pudo cambiar la participación de España en aquel mundial. Cardeñosa recibió en el área un balón de Santillana. Con la portería desguarnecida, tan sólo un desesperado defensa brasileño podía impedir el más que probable tanto hispano. El centrocampista del Betis disparó al centro y Amaral solo tuvo que estirar la pierna para evitar el gol (foto). Por desgracia, la jugada se convirtió en el símbolo del gafe español en los mundiales. De nada sirvió la victoria ante Suecia en el último partido. España hacía las maletas.

Holanda recuperó en la segunda fase su archiconocido fútbol total con un contundente 5-1 a Austria. Partidazo de los holandeses que pedían a gritos una segunda oportunidad en una final mundialista. Sin Johann Cruyff, tuvieron que ser Rensenbrink, Repp y los gemelos Van de Kherkoff los que mantuvieran viva la llama de la Naranja Mecánica. Un empate (2-2) con Alemania y una remontada (2-1) ante Italia les sirvió para disputar su segunda final consecutiva.

La segunda fase de grupos también nos dejó una de las polémicas más sonadas en la historia de los mundiales. Brasil y Argentina llegaban al último partido de grupo igualados a puntos. Los cariocas se jugaban el pase a la final ante Polonia, y Argentina ante Perú. La organización del mundial se encargó de que Brasil jugara primero para que los argentinos supieran lo que debían hacer en su partido. La canarinha venció 3-1, por lo que Argentina necesitaba ganar por cuatro goles de diferencia a los peruanos. El resultado final fue 6-0 y la sospecha de un presunto amaño todavía hoy es fuente de debate. Con el tiempo se demostraron ciertos aspectos controvertidos que rodearon aquel encuentro. Se sabe, por ejemplo, que el General Videla entró en el vestuario peruano antes del partido. Se dice también que el gobierno de Perú recibió 35000 toneladas de trigo días después del mundial y que su seleccionador pidió jugar el encuentro con la segunda equipación para no "manchar" la tradicional camiseta blanca con la franja roja de los peruanos (foto). En cualquier caso, Argentina ya tenía su final.

Holanda se presentaba una vez más en casa del enemigo. Si cuatro años antes disputaba la final en Múnich ante Alemania, ahora tocaba jugar en Buenos Aires ante Argentina. Con la absoluta seguridad de que se encontrarían con un dudoso arbitraje, la segunda versión de la Naranja Mecánica desafiaba al estadio Monumental. Miles de argentinos se agolpaban en el graderío en busca de una alegría que les hiciera olvidar las miserias de su país. Kempes, que había despertado de su letargo en la última fase con cuatro goles, se iba a convertir en el gran héroe del mundial. El Matador marcó el 1-0 antes del descanso. Argentina se dedicó a mantener el resultado hasta el final... y casi lo consigue. Pero en el minuto 82 un suplente, Nanninga, empataba para Holanda gracias a un estupendo cabezazo.

En la grada se palpaba el miedo. En el último minuto, un pelotazo de Holanda terminó con un remate de Rensenbrik que escupió milagrosamente el palo. Los corazones argentinos se encontraron al borde del colapso. Por unos segundos, el fantasma de un Maracanazo a la argentina sobrevoló el estadio Monumental.

Pero en la prórroga, llegó el éxtasis. Kempes recogió un balón en el borde del área y encaró la portería con decisión dejando a dos rivales atrás. Su remate se topa con Jongbloed pero el rechace le favorece. A trompicones marca el 2-1 y la locura se desata en el estadio. La imagen de Kempes corriendo melena al viento hacia ningún lugar en medio de una lluvia de papelitos brillantes, pertenece al álbum de honor de los mundiales (foto).

Aún quedó tiempo para que Bertoni se llevara un balón con el brazo y marcara el tercero con el equipo Holandés volcado al ataque y físicamente muerto. Pasarella levantó la copa e hizo que los argentinos, por unos días, se olvidaran de la triste realidad de su país. Argentina tenía que ganar aquel mundial por lo civil o por lo militar... y efectivamente lo ganó.